Atari 2600 (Atari, 1977)

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Atari 2600, modelo de 4 switches que se comercializaba en Chile en 1983.

Fue la primera consola de videojuegos de muchos de nosotros. Tecnológicamente limitada en cuanto a su capacidad de procesamiento de gráficos, el Atari 2600 nos entregó muchísimas horas de diversión en familia y con amigos; convirtiéndose en un ícono de la industria que hoy colinda con hiper-realismo.

Aún recuerdo esa mágica Navidad de 1983. Mi hermana y yo, esperábamos ansiosos la llegada del Viejito Pascuero, que cada año te sorprendía con algún regalito que marcaría esa tierna infancia.

Yo, con apenas 4 años y mi hermana de 10, ni siquiera vislumbrábamos lo que ese 24 de diciembre por la noche, cambiaría para siempre la forma de entretenernos y de relacionarnos con nuestros amigos del barrio. Esa noche, sería el inicio de una aventura que se ha extendido por más de 35 años, y que por cierto, está lejos de concluir.

En aquel entonces, si bien existían árboles de navidad artificiales, lo común era contar con un pino natural, que con su aroma inundaba nuestros livings e impregnaba la época de fiestas de fin de año con un especial olor que hoy en día, es un bien escaso. Si algo echo de menos, es justamente el olor a pino natural en navidad.

La realidad del país en ese momento era muy dura. Aún siendo víctimas de los coletazos de la crisis del 82, las chances de poder obtener una de estas consolas, eran ciertamente bajas. Sólo eran accesibles a través de un pago a través de letras (hoy cuotas), que permitían a través de la firma de un pagaré y a la entrega de un talonario similar a una chequera, ir cancelando religiosamente el producto adquirido.

De los Arcade a tu casa

Si bien el Atari 2600 no es la primera consola de videojuegos casera, sí fue la primera en hacer masivo el uso de cartuchos de juegos intercambiables, permitiendo al jugador, poder cambiar de juego a medida que los compartía con amigos o los compraba.

Antes, simplemente las consolas eran de un juego, el que contenía algunas variantes del mismo, lo que de alguna manera terminaba tarde o temprano aburriendo al usuario. Fue el caso de las popularísimas consolas tipo Pong.

Paralelamente, sólo podías disfrutar de los videojuegos electrónicos en salones recreativos (los conocidos videos); o pasar el tiempo jugando algún flipper (pinball) en al negocio de tu barrio. Personalmente, visitaba los Delta 4 de Valparaíso, ubicados en Av. Pedro Montt, donde posteriormente se instalaría un Santa Isabel.

Y es justamente ésta, una de las virtudes que tuvo la Atari 2600: portear algunos de los juegos más exitosos en los arcades para el mercado casero. Missile Command, Asteroids, Space Invaders, Galaxian, Ms. Pac-Man, Dig Dug, y algunos más desafortunados como Pac-Man; fueron algunos de los hits que se instalaron en nuestro living, como una antesala a lo que viviríamos 10 años después con Street Fighter 2 y Mortal Kombat en nuestras SNES y Sega Génesis.

Recuerdo que como pequeño jugador, era muy difícil pero excitante a la vez, saber que podrías jugar uno de esos entretenidísimos títulos de los arcades en la comodidad de tu hogar. ¡¿Cómo era eso posible?!

La mágica noche de Navidad

Es así como se aproximó la noche del 24 de diciembre de 1983 y, como todo niño, con mi hermana estábamos listos para la llegada del Viejo Pascuero desde después del almuerzo.

No recuerdo bien cómo con sólo 4 años aguanté hasta las 00:00 de ese 25 de diciembre. Sólo la ansiedad y la curiosidad me debió mantener despierto.

Y así fue como tras abrir algunos regalos, llegamos a una gran y misteriosa caja que en su tarjeta versaba “Para Paolita y Alexito del Viejito Pascuero, 25.12.1983”. Con mi hermana, nuestros ojos se abrieron tal caricatura y nos lanzamos en la misión de develar el misterio. Quedamos sin palabras.

Tras romper el empaque y gritar de emoción, vimos cómo esa bella caja se develaba ante nuestros ojos. Se trataba de la clásica Atari 2600 en su versión de 4 switches, y que contenía como bundle, dos juegos: Combat y Space Invaders.

Como bueno hermanos, nos pusimos de acuerdo y el primero me lo dejaría yo; mientras que el mata marcianos quedaría para mi hermana. Así lo hicimos hasta que dejamos de usar con regularidad la consola hacia 1987. Sin embargo, ésta quedó atesorada y hoy está en manos de ella, tras salvarse milagrosamente de un incendio de mi casa en 1993.

Increíblemente, su caja también lo hizo. Pese a que estaba en el dormitorio que sufrió más daños (el de mi hermana), hace dos años la encontré en el sótano de la casa de mis papás en Valparaíso, intacta, sólo con un leve tiznado en su costado que da cuenta de tan dramático acontecimiento. Verdaderamente, no recuerdo cuándo la pusimos ahí.

Caja de nuestro Atari 2600, con su sello de garantía Coelsa, importador de la marca para Chile. Si te fijas, tiene las leyendas en español.

Siempre me maravilló el arte de la caja: junto a las pantallas de los distintos juegos, escenas de sus artes y de personas jugando daban material suficiente para que la imaginación de un niño volara por horas.

De hecho, tan importante fue el arte conceptual de estos juegos, que actuaban como verdadero complemento para el jugador, así como te permitían decidir qué juego comprar por sobre otro. Tal condición, les valió ser editados en el libro “Art of Atari” de Tim Lapetino en 2016.

Vida jueguil después de Combat y Space Invaders

Pero, ¿cómo podías hacer para conseguir más juegos, considerando que sus precios eran tan elevados como al día de hoy? Bueno, la respuesta es algo obvia, y como te expliqué anteriormente, el crédito era la única forma real de acceder a ellos.

En mi caso particular, mi viejo compró todos los juegos que tuvimos en las tiendas Bihan (hoy ABCDin) y Cicoma de Valparaíso, en cómodas e infinitas cuotas. Recuerdo que estas tiendas los vendían en packs de tres juegos, por lo que con mi hermana los dividíamos a priori.

Como podrás suponer, lanzarse en la aventura de coleccionar o tener una variedad decente de juegos en aquellos años, era una tarea muy dura. Hoy por hoy, ser un coleccionista de juegos de Xbox One o PS4 Pro, no representa ningún problema para los videojugadores nacionales.

Atari 2600 en la actualidad

Ya han pasado 36 años desde esa mágica Navidad, y hoy con 41 años, puedo contarte con mucha alegría que pese a incendios y cambios de casa (ya no vivo en Valparaíso), esta colección de juegos sigue conmigo. En la foto a continuación podrás verlos, distinguiéndose principalmente los que tienen el logo de Coelsa.

Conjuntamente a esta colección, y debido al desmantelamiento del sótano en donde me reencontré con la caja del Atari 2600, también lo hice con un libro de puntajes que venía incorporado junto a los manuales.

Allí, y tras largas tardes de juegos, con mi hermana anotábamos nuestros puntajes y veíamos lentamente cómo estos subían a medida que nos hacíamos expertos en los cartuchos que teníamos. El folleto, también fue víctima parcial de las llamas.

Si bien recuerdas, antiguamente en los albores de los videojuegos, más que finalizar un juego, su objetivo era simplemente “darlo vuelta” consiguiendo el mayor puntaje posible cada vez. Es por esto, que libros como éstos eran tan fundamentales en el currículo de cualquier videojugador.

Hoy en día, carecen de sentido, pues el objetivo primario de los juegos es llegar a su final y tratar de develar todos sus secretos. Los últimos juegos que vi con este tipo de páginas en sus folletería son los de Sega Master System, cuya vida se extendió hasta 1997 en Brasil, a manos de TecToy.

Sin duda, fue una época preciosa en donde los protagonistas fuimos los niños de ese entonces, los que nos convertimos en verdaderos pioneros del mundo de los videojuegos, uno que hoy, está muy inserto en nuestra vida diaria.

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¿Pudiste tener alguna consola en tu niñez? ¿cómo fue tu relación con los videojuegos a través de tu historia?