Debo comenzar estas líneas confesando mi frustración con muchas de estas promociones realizadas por las marcas de cuadernos escolares, pues jamás gané en alguna o conocí alguien que lo hiciera.
Sin perjuicio de ello, éstas eran un excelente ingrediente para combatir el tedio que (al menos a su servidor), significaba la vuelta a clases en marzo de cada año.
Para ello, cada marca presente en el mercado nos preparaba alguna sorpresa para inclinar la balanza de compras a su favor; y en donde la innovación también jugó parte importante de esta ecuación.
Si repasamos un tanto lo que fue la historia de los cuadernos escolares de inicios de los ochenta, recordaremos la gran evolución que significó el “Coilock”, introducido por Torre en sus cuadernos universitarios en 1985.
En la práctica se trataba de un cierre en forma de cáncamo cerrado en cada extremo del espiral, para evitar que éste se enredase en nuestra ropa o interior de la mochila; lo que finalmente se traducía en la destrucción de nuestro noble cuaderno.
Una año más tarde, en 1986 llegó su evolución: el “Twinlock”. Esta vez, quedaba de lado el “anticuado” espiral de un cuerpo para pasar a uno de tipo doble, el que ya no se enrollaba sobre sí mismo, sino que se cerraba como lo hace un brazo de un archivador.
Posteriormente, y hacia finales de la década, el desafío estaría puesto en la dureza de las tapas o en la utilización de materiales reciclados.
Austral y su inolvidable Archipiélago de los Grandes Premios
Si bien cada año hubo avances en cuanto a la fabricación de los cuadernos, como una forma de separarse de marcas menos relevantes en el mercado como Auca, Gráfica Chilena, Aron, Mistral, y hasta ese entonces una desconocida Colón; esto no era gancho suficiente para nosotros, precisamente quiénes los utilizaríamos.
Para ello, el gancho promocional era imprescindible. Es así como en años anteriores, tuvimos algunas con la modalidad de juntar ambas mitades para ganar, con la serie de cuadernos de Los Pitufos de Torre en 1984.
Austral en ese momento nos deleitaba con “Sigue y Gana con Austral”, en donde tras jugar con un intrincado laberinto en cara interior de la tapa posterior del cuaderno, podríamos ganar bicicletas, televisores color, relojes, juegos de video, cuadernos y personal stereo.
En este contexto llegamos a 1985, año del terremoto y en donde ese domingo 3 de marzo, significó un cambio de planes en muchas de estas promociones, que se vieron forzadas a extenderse por la contingencia.
Es aquí donde Austral nos presentaba junto a su nuevo cuaderno plastificado “impermeable”, la promoción que muchos recuerdan como la que los marco en su infancia: El Tesoro de Austral.
Einstein y cuadernos Austral
Durante ese año, Cuadernos Austral nos presentaba su nueva innovación en un comercial protagonizado por una caricaturización de Albert Einstein, quién utilizaba el nuevo cuaderno de tapa lavable.
A continuación, te presento el comercial, cortesía de Canal Preto.
Lamentablemente, no he podido dar con el comercial posterior, pues era precisamente esta representación del científico judío-alemán, quién no introducía a descubrir el gran tesoro perdido en el archipiélago de los grandes premios.
En él, se nos mostraba el mapa del tesoro contenido en cada cuaderno y sobre el cual debíamos descifrar varias palabras claves, que correspondía al nombre de cada isla; y que podía contener el nombre de un premio oculto.
Para descifrar las palabras, debías seguir el código entregado en el perímetro del mapa. Era muy común formar palabras como “TELEVISOR CALOR” o “MICRACAMPUTADOR PARSONAL”, alimentando tu frustración.
Generalmente, la primera isla de izquierda a derecha contenía la palabra “PARTIDA”, por lo que era una oportunidad perdida de ganar algún premio.
Finalmente, y a modo de disipar tu frustración, en muchas ocasiones terminabas escribiendo cualquier cosa o la palabra ganadora en el mapa, “de puro picado”.
Los premios del Tesoro de Austral
Como en años anteriores, había un cantidad de premios nada despreciables en el “Archipiélago de los grandes premios”.
Las islas podían ocultar los siguientes premios bajo el código de sus nombres:
- Televisor Color
- Microcomputador
- Minicomponente
- Bicicross
- Personal Stereo
Adicionalmente, si lograbas juntar la frase “Austral tu cuaderno triunfador” juntando los mapas de varios cuadernos, podrías canjear un computador Microcomputador con cassettera y software educacional.
Esta frase sería la que se transformaría en un eslogan de la marca y nos acompañaría en varias de sus publicidades, en donde se cambiaría “triunfador” por “campeón”.
Si bien no se especifica la marca, presumo que dada su popularidad en Chile, se trataba de un Atari 600XL junto a una cassettera Atari 1010.
Pese a ello, estas promociones eran un excelente gancho para entretenernos, al menos al momento de su compra. En los años venideros, marcas como Colón harían eco de este sistema y nos entregarían grandes promociones como los naipes del “Mazo Rock” o los cassettes de 1989.
Como te señalaba al comienzo de esta nota, ninguno de mis compañeros ganó alguna vez un premio. Siempre me será un completo misterio si fue entregado algún premio por las marcas de cuadernos.
Si fuiste uno de los afortunados en ganar, no dudes en dejarme un comentario más abajo, y contarnos cómo fue la experiencia de sentirse ganador con Austral.