“Por favor, llámeme John…”

with Sin Comentarios

El año 1994 representó uno de esos en que muchos de los, hasta entonces, niños de la calle, entramos en la pubertad y con ello se produjo el natural cambio de intereses y conductas. Atrás habían quedado los autitos y juegos más infantiles.

“Tecnocable”, sistema porteño de cable primitivo que por esos días hacía furor en nuestros cerros, ya era parte habitual de nuestras vidas. Informerciales como “Didi Seven”, “No Wet Wonderfoam” o “Ginsu 2000” se habían hecho parte de nuestro repertorio de bromas recurrentes en el barrio.

Checoso, Jaime, Juanqui, los Reyes, Osquítar y yo, éramos algunos de los “afortunados” en contar con canales tan emblemáticos como “12 x 24”, “365” y, por supuesto, el emblemático “Unovisión”. Todos provenían de la vecina Argentina, con una calidad técnica deplorable, pero de una rica programación bizarra y llena de momentos como “El Ataque de los Muertos Vivos 3”, “Blackula”, entre otros filmes del mejor cine Z.

Pero estas “maravillas” tenían un lado B que venía de perillas para nuestros nuevos intereses adolescentes: el erotismo.

Para un grupo de pendejos de entre 13 y 16 años, esto fue como descubrir petróleo en el patio de tu casa. Cada uno se las arreglaba para ojear las transmisiones eróticas que estos canales daban a altas horas de la noche, pues eran comentario seguro al día siguiente en la mañana. Una suerte de Facebook cachero.

Nombres como “El Enano Cachero”, “Negro Manguera”, “Mandinga”, “Stacy” comenzaron a hacerse comunes en la calle Julio Verne, pero uno hubo que se destacó por sobre el resto: “El Cachero”, un misterioso personaje del cual nada sabíamos, sólo que era un actor de aspecto deportivo, peinado “a la gomina”, cara de caliente y siempre luciendo un bronceado fascinante, y cuya principal virtud, era su gran lechada mientras ponía los ojos blancos. Su identidad era un misterio.

El Sr. Molina y su fábrica de porno

Todo comenzó cuando el mítico Sr. Molina, compañero de colegio de Oscar y facilitador de material audiovisual con las acrobacias sexuales del Enano Cachero y compañía, trae la última novedad del año: Paradise Ginger. Debido a la primaria tecnología del VHS, este tipo de copias era de una calidad deplorable, dejando ver poco o nada de lo que se esperaba mirar.

Un sábado en la mañana, y luego de que Unovisión hiciese lo suyo la noche del viernes, Oscar comentó la aparición de un nuevo personaje en el film noblemente facilitado por el Sr. Molina. Tras su descripción, Jaimito de Postman y yo comenzamos a unir cabos.

  • “Oye, anoche dieron una película con un tipo engominado y que ponía los ojos blancos”, dice Jaimito the Mailman.
  • “Siii, y era bronceado mula jajaja”, replica Osquítar.
  • “¿Tenís la película educativa del Sr. Molina para identificarlo?”, le sugiero a Oscar.
  • “La tengo puesta en el minuto exacto, y no hay nadie en la casa”, asiente.

Acto seguido, entramos raudos a la casa. Silencio absoluto y mucha concentración en le aire. Uno de los grandes misterios sería develado, algo así como nuestro “¿Quién Mató a Patricia?”.

Play, engranajes sonando y la imagen en la pantalla. Nuestro hombre aparece en el tubo catódico (saliendo de una revista fotocopiada, pues el porno le incluye hasta realismo mágico), risas en el aire, nos miramos y exclamamos al unísono: “¡Es el mismo weón!”.

Sólo nos faltaba el nombre.

Afortunadamente, el gran Molina nos daría la respuesta, al menos de forma parcial. De sus archivos pudimos obtener una versión editada de “The Oval Office” que emitió Unovisión en alguna ocasión y en donde este personaje, las hacía de Presidente de EE.UU y era sobornado mediante sexo. Su nombre, “John Goodman” o Juan Buenhombre, en español.

A partir de ese minuto, ese nombre nunca se borró de nuestro léxico y permaneció por muchos años como un apodo que utilicé para mails y seudónimos. Generalmente quienes me preguntan “¿Quién es John Goodman?” lo asocian al protagonista de los Picapiedra.

Finalmente, y con el pasar de los años, supimos que el actor se llama Peter North, o Pedro del Norte, y que es una especie de leyenda del porno mundial, casi a la escala de Ron Jeremy.