El inicio de los ochenta tuvo diversos personajes de animación como protagonistas. 1983 significo el arribo de una serie de personajes azules que lo trastocaron todo: Los Pitufos.
Creados por el belga Peyo en 1958, nos relataba la vida de unos pequeños seres azulados que vivían en una aldea en un bosque, acechados constantemente por el brujo Gárgamel y su gato Azrael.
Sin duda, la llegada de la serie animada fue un bombazo para los productos de la época. De la mano vinieron muchas promociones, concursos, álbumes, revistas e incluso, cuadernos y útiles escolares con la imágenes de los “pequeños suspiros azules”.
En 1983, mientras eran transmitidos por Televisión Nacional de Chile (TVN, Canal 12 en ese entonces en Valparaíso) durante la emisión de Cachureos; Salo lanzó el álbum homónimo, que era un “must have” para todos los pequeños fanáticos de estos personajes.
Posteriormente, hacia 1986 compartirían pantalla con grandes series como los Transformers, G.I. JOE y los Thundercats, teniendo como ancla, el mítico programa de Marcelo Hernández.
LOS PITUFOS TAMBIÉN TUVIERON UN ÁLBUM DE SALO
El álbum nos presentaba a los personajes principales de la serie, junto a dos historias relatadas a través de las láminas. Con cromos de cartón, era toda una aventura pegarlos con la goma estilo “silicona” que vendían en los bazares de barrio, cuyo poder de adherencia era prácticamente cero. El Stick Fix estaba recién apareciendo, por lo que era algo desconocido aún.
Tal cual como lo hiciese SALO con la franquicia de los SUPERHÉROES DE MARVEL en 1981, el ÁLBUM DE LOS PITUFOS tenía un spinoff bajo la manga: una serie de ocho mini rompecabezas para coleccionar, por cierto, muy de moda a inicio de los ochenta.
LOS ROMPECABEZAS DE LOS PITUFOS … ¡POR FIN!
A inicios de la década, eran varios los mini rompecabezas que podías comprar en el comercio: Superhéroes de Marvel (1981), Mazinger Z (1983), Abeja Maya (1982), Disney (1982), He-Man (1985), y por supuesto, los que nos convocan hoy.
Se trataba de un formato estándar: Una imagen trozada en 12 piezas que juntas conformaban un rectángulo de 13,3 x 9,4 cms. Impresos en cartón dúplex, los troquelados eran muy similares entre serie y serie, que incluso, podías intercambiar entre dos rompecabezas distintos.
Su vínculo directo con el álbum, era que las imágenes presentes en los rompecabezas estaban tomadas de algunas láminas, específicamente, aquellas que mostraban a personajes individualmente.
El listado de los puzzles era el siguiente:
- Papá Pitufo
- Pitufina
- Filósofo
- Bromista
- Armonía (llamado Melodía)
- Vanidoso
- Tontín
- Gárgamel y Azrael
Todos son en formato vertical, o modo retrato si lo prefieres en jerga actual; a excepción del de Bromista y el de Gárgamel y Azrael; que son apiadados o en formato horizontal.
Lo entretenido es que estos mini puzzles podías comprarlos, tanto en librerías, como en el almacén de tu barrio (como lo hacíamos con mi hermana). No necesitabas hacerlo a través de un canje con dinero o juntando tapitas de algo.
Al año siguiente, tuvimos la , los yogurt de Soprole, los recordados cuadernos Torre (cuyos dibujos son de Themo Lobos), y por supuesto, el álbum “Los Pitufos 2” de Salo, en un intento por extender las ganancias de un fenómeno que se ha negado a morir.
Si pensamos que la serie animada que todos conocimos fue producida entre 1981 y 1989, se trató de una de la que más capítulos tuvo, siendo sólo superada por gigantes como Los Picapiedra, Scooby Doo o los Simpsons.
Nada mal ¿no?