Antes de que la danesa Lego dominara el mercado de los nanobloques de construcción, hubo otras empresas como la nipona Kawada o la hispana Tente que nos dieron alegrías y estimularon nuestra imaginación como nunca antes lo hicimos.
Durante fines de los setenta e inicio de los ochenta, el mercado de los nanobloques infantiles tuvo un auge en Chile. Jugueterías como Peluche (Av. Pedro Montt), Casa Lily (Av. Valparaíso), Niño Mundo (Calle Serrano) o Niñolandia (Portal Álamos), entre muchas otras de la Quinta Región; rebosaban en sus estanterías de estos novedosos set de entretenimiento para los niños.
Si bien Lego entraría en el mercado posteriormente, hubo dos protagonistas que cimentaron su éxito en las aventuras espaciales y en el mundo de los barcos y la robótica: Kawada (Japón) y Tente (España).
Recuerdo con mucha emoción aquellas visitas con mi padre a la tienda Peluche de Valparaíso, en donde su vitrina principal, lucía una infinidad de sets de armables de la marca de Barcelona; principalmente de barcos, helicópteros, sets espaciales, y por supuesto, lo inolvidables “Roblocks”, o bloques robóticos, que podían moverse a través del uso de poleas y motores eléctricos.
Tras estas innumerables visitas, alguna vez recibí un catálogo (ver foto superior), el que al abrirlo era como un mazazo a tu imaginación. Éstos eran una verdadera invitación a la creatividad y a la inventiva desarrollada y estimulada a través de estas pequeñas piezas plásticas.
Al ser juguetes importados, si bien su valor no era excesivamente caro, tampoco eran baratos. Sin embargo, tras insistir un poco, obtuve mi primer set: el barco ambulancia María, perteneciente a la serie Combi, en la que combinando dos naves, obtenías una tercera.
La serie Combi contaba de 8 modelos distintos, correspondiendo los cuatro primeros a barcos (2 de guerra, un ambulancia y un butanero); y a cuatro vehículos espaciales. Éstos sólo se combinaban oficialmente con su par inmediato (el 1 con el 2, el 3 con el 4, y así sucesivamente).
Tras tener el María (Combi 3), mi obsesión inmediata fue tener a su compañero, el Hermes (Combi 4), para poder completar ese tercer buque, que tanto miraba en el instructivo. ¡Sanos anhelos de niño!
Finalmente, y tras una segunda visita a Peluche, tuve al Hermes, del cual, aún conservo su caja original y al que puedes ver junto al María, en la foto a continuación. Estamos en 1984.
Como todo niño, la sana ambición de poseer más de estos geniales sets, me llevó a soñar con muchos de los contenidos en los catálogos recogidos en la desaparecida tienda porteña. Sin embargo, mis ojos se centraron en uno que me encantó por su aspecto futurístico: el Stratojett de la serie Tente Astro.
Con algunos de mis escasos ahorros, más la ayuda de mi viejo, logré hacerme de esta fabulosa nave, que además, contenía a un astronauta. Posteriormente, y con el contante uso de un niño de 6 años, la pérdida de algunas piezas no se hizo esperar, y tras algunos años, lo conservé incompleto como lo verás a continuación.
Sin embargo, y con la magia de internet, hace algunos años se me ocurrió recomponer este puzzle incompleto de mi infancia. Fue así como tras algunos clics, logré conseguir las piezas faltantes para poder ver a este maravilloso artilugio completo en casi 34 años, el que te presento en la siguiente foto:
Si eres coleccionista, comprenderás el gozo que significó este logro, cerrando un capítulo mental inconcluso.
Quienes tengan sobre 35 años, recordarán lo populares que fueron estos bloques en Chile durante los ochentas. De una construcción muy similar a las piezas de Lego, ambas empresas se vieron enfrascadas en una demanda por parte de la firma danesa reclamando plagio de su sistema de anclaje, que en estricto rigor, no son compatibles.
Cada pieza está conformada por protuberancias cilíndricas llamadas “tetones”, cuyo propósito es ser acopladas con el relieve interior de cada pieza. Cada “tetón” mide 6 mm. de diámetro.
Como curiosidad, esta empresa española y cuya sede estuvo en Barcelona; fue distribuida por la conocida Hasbro en Estados Unidos y Japón con algunas leves modificaciones para adaptarse al mercado yankee y nipón, respectivamente.
Hacia los noventa, y con la proliferación de los hipermercados como Marmentini Letelier, Ekono y Santa Isabel; comenzaron a incluirlos en sus anaqueles, en lo que comenzó a ser el inicio de la aparición de los juguetes en supermercados.
Fue en ese minuto, en algún momento de 1990 cuando adquirí mi último set, una nave espacial numerada con el 0353, y que incluía un nuevo tipo de astronauta, el cual conservé integro ya con mis 12 años de edad.
Así, con el paso de los años, la firma hispana finalmente cesó la producción de estos grandiosos juguetes hacia 2007, momento en que ya no eran fabricados por Exin, sino por la marca Borrás.
¿Cuántos tuviste o deseaste tener en tu infancia? ¡Déjame tu historia en los comentarios!