El aburrimiento y el tiempo de ocio constructivo fue parte importante de nuestra niñez. En los ochenta y noventa, no existía, salvo algunas excepciones, entretención portátil electrónica que nos mantuviera abstraídos de nuestro entorno.
¿Qué nos quedaba entonces para cuando nuestros amigos se entraban a sus casas o ya no había ideas para juegos grupales? ¡La imaginación y las ganas de hacer cosas con tus manos! Por cierto, una receta ganadora que hasta el día de hoy, trato de inculcar a mis hijos.
En este sentido, la Editorial Lord Cochrane (autores de Mi Primer Diccionario y Mi Primera Biblia), supieron sacar partido de esta realidad de una manera brillante, con la acertiva decisión de incluir a nuestros entrañables y queridos personajes del mundo de Disney en la ecuación. ¡Nada podía fallar!
Se trató de la revista TÚ PUEDES HACERLO CON TUS PROPIAS MANOS, que en su título nos rezaba su declaración de principios: crear a través de la imaginación y con tus manos, a través del uso de materiales reciclados y algunos otros entregados por la propia publicación, a modo de obsequios mensuales para completar ese anhelado proyecto.
¿Quién no recuerda a la mítica “Patatopila“, el “Solenoide” o “El Microscopio de la gota de agua“? Todos ampliamente promocionados por la propia revista y la televisión, los que de algún modo, se transformaron en emblemas de la publicación.
La revista fue lanzada al mercado en mayo de 1988 a un precio de $490, vale decir, unos $3.300 en octubre de 2019. Una suma nada despreciable, que sólo se justificaba por la gran calidad de impresión más los obsequios que cada fascículo contenía.
TÚ PUEDES HACERLO CON EXPERIMENTACIÓN
A través de experiencias prácticas, la publicación buscaba entregar explicaciones de fenómenos físicos a los niños, quienes a través de una casuística lúdica protagonizada por Donald, Mickey y todos sus amigos; permitían a los infantes comprender la lógica causa-efecto, problema-solución. ¡Magnífico!
Los primeros tomos de TÚ PUEDES HACERLO fueron ampliamente anunciados por televisión, los que además venían con grandes cartones a modo de destacar en el kiosko de revistas.
En la fotografía puedes ver el cartón incluido en la segunda revista. Aún recuerdo el tamaño gigantesco del número uno, que incluyó un motor eléctrico y una base roja para portarlo. En tanto, el segundo fascículo incluyó las láminas de cobre y zinc más un diodo rojo, que permitían fabricar la mítica PATATOPILA.
En total, fueron 36 FASCÍCULOS entre los que encontramos un sinfín de experimentos, algunos más complicados que otros; pero siempre apelando a nuestra imaginación, inventiva y ganas de solucionar problemas de manera creativa.
Comercial con que se promocionaba el número 2. Locución de Javier Miranda. Cortesía de TeleArchivos Retro.
Una vez por semana, nuestras mentes volaban en un mundo de imaginación junto a los personajes de Disney, solucionando situaciones idóneas para adquirir un nuevo conocimiento, ya sea de electrónica, física, biología o botánica, entre muchos otros.
¿Cuál fue el experimento que más recuerdas? ¡Cuéntanos en los comentarios!