Hace treinta años, nuestros veranos y grandes momentos entre amigos eran grossos, chori, taquilleros y mortales, entre otros muchos epítetos que reflejaban la inocencia de una época, en donde ni el buen vestir ni lo estético eran algo como se vive hoy en día.
Quizás lo más rupturista que podías ver en televisión a mediados y finales de los ochenta eran los pelos parados de Cerati cantando en el Festival de Viña, el bigote bicolor de Charly García o los jeans rotos de rockeros de turno como Bon Jovi o Axl Rose. Inocente irreverencia.
Para quienes teníamos alrededor de 10 años, y que aún vestíamos suéters (o jerseys como les decíamos en Valparaíso) de lana en invierno o coloridas bermudas en verano, éste era un mundo lejano. Lo eminentemente taquillero simplemente se resumía a lo que las marcas y sus alocadas promociones de esa década podían ofrecerte.
Debo reconocer que pese a haber crecido en Valparaíso, nunca fui un admirador del Festival de Viña. Sin embargo, parte del verano y sobre todo su recta final, estaban marcados por este certamen musical; por lo que la sensación de vastedad de las vacaciones sucumbía abruptamente al finalizar la última publicación de “La Antorcha” de la Estrella de Valparaíso.
Las eternas semanas de las vacaciones de verano, que iniciaban la primera semana de diciembre para finalizar la primera quincena de marzo, eran grandes momentos junto a los amigos del barrio, con quienes creabas e inventabas los más diversos juegos para capear esas tardes de calor intenso.
En medio de este espacio de sano ocio, las marcas comenzaban a seducirnos con sus singulares promociones estivales. Las petroleras generalmente se la jugaban con artículos para veranear de corte más serio y formal; mientras que el resto apostaba por algo atractivo para un público más juvenil y alocado.
CCU nos vestía … ¿a la moda?
Para quienes crecimos en la costa, nuestra relación con el litoral es permanente. Quizás ir a la playa no representa ese hito que lo es para alguien del campo o de Santiago. Sin embargo, siempre era un espacio de diversión asegurada que podía se amenizado con cualquier producto de temporada.
Fue el caso de la promoción “Vístete Free”, lanzada en dos ocasiones: verano de 1986-1987 y 1987-1988; y que tenía como principal objetivo hacer de nuestras vacaciones playeras algo verdaderamente inolvidable. Ésta incluía a las gaseosas Free, Canada Dry y Orange Crush.
En su primera versión, su público objetivo fueron los jóvenes más cercanos al concepto de carrete (y al que apuntaba la bebida Free). Esto se refleja en el tipo de producto que nos ofrecía la primera “patita” de Vístete Free.
Dentro de los artículos que podíamos canjear con sólo una tapita marcada estaban:
- Gorros de playa (tipo Gilligan)
- Poleras con diseños Free
- Shorts (acá les llaman bermudas)
- Cinturones de colores (con la leyenda “Siéntete Free”)
- Prendedores (de mica blanca dura con adhesivos por el reverso y con la leyenda “Free Concert”)
- Llaveros (de esponja)
- Cordones de zapatillas
Acá, los productos de mayor canjeabilidad eran, sin duda, los prendedores, llaveros y cordones de zapatillas. El resto, eran bastante inusuales. Creo que una amiga del barrio alguna vez canjeó un cinturón, pero no tengo certeza de ello.
Un año después, y anunciado como “Vuelve la Locura”, la promoción retornó a los anaqueles de las botillerías. Con un logo rediseñado en la forma de quitasol y la leyenda “Vístete”, esta vez, se enfocó en un rango etario más amplio.
Apuntando a un público que iba entre niños y jóvenes, la bebida cola nacional nos presentaba una serie de artículos para ser utilizados en un contexto de vacaciones, los que por supuesto, venían en llamativos colores muy propios del fin de la década (antes de la invasión flúor de inicios de los noventa).
Algunos de los fabulosos productos que podías canjear y lucirte como un campeón frente a tus amigos eran:
- Humita (fabricada en goma eva)
- Visera para anteojos (fabricada en goma eva)
- Muñequera porta monedas (ideal para guardar el dinero en la playa)
- Canguro sumergible (porta documentos plástico con un tirante para el cuello)
- Toallas
- Poleras
- Shorts
- Anteojos de sol
- Bombas de agua
- Quitasoles
Tal como en muchas promociones de la época, sólo debías encontrar una tapita marcada con el ítem a canjear y listo. No requerías dinero de por medio. Sin embargo, los artículos más “caros” como el quitasol, las poleras, las toallas y shorts; tenían muchos menos probabilidad de salir que las bombas de agua, por ejemplo.
Recuerdo haber canjeado muchas de éstas en la botillería “Las Brisas del Maule” del Cerro Barón. Eran muy comunes. Le seguían en facilidad de canje la humita, la muñequera y la visera.
Cada uno de los productos tiene serigrafiado el logo de las bebidas participantes sobre un quitasol, justificando su asociación al verano. Desconozco si hubo modelos especiales de poleras, pues en el comercial sólo se aprecian de un color plano.
En tanto, los quitasoles del final, representan los logos en los productos de manera real.
Los comerciales
Como buen aviso publicitario para televisión de los ochenta, los colores y la extravagancia están por montones. Situaciones inverosímiles, máquinas futuristas, eran algunos de los ingredientes que nuestros publicistas utilizaban para el recetario de nuestro imaginario colectivo.
Al ser un promoción que se lanzó durante dos veranos distintos, tiene dos comerciales diferentes. Sin embargo, las situaciones son bastante similares entre ambos.
En su versión de 1986-1987 se nos presenta un público objetivo más juvenil-adulto que en su versión posterior.
Disfrutando de una tarde-carrete en una playa de ubicación desconocida, nuestros protagonistas (entre los que destaca un joven Eric Polhammer como el nerd de turno); son atraídos a un punto de canje playero mientras bailan y se prueban los distintos premios.
A continuación te lo presento, gracias al canal de mi amigo Rodrigo Rojas:
Para su versión de 1987-1988, se nos muestra una escena de vacaciones cualquiera en una playa equis. De pronto, una especie de ¿subterrano? emerge desde la arena para presentar a los asistentes al balneario los premios de esta entretenida promoción; y de paso, anunciar la vuelta de esta promoción en gloria y majestad.
Acto seguido, coreografías, risas, y hasta un perro con anteojos nos dan cuenta de una promoción que no nos podemos perder, y que por supuesto, nunca más olvidaríamos.
Puedes revisar el metraje a continuación, cortesía de nuestros amigos del Canal REC-TV.
¡Qué lindos veranos tuvimos en nuestra infancia! Simples, sin parafernalia (excepto la de Free) y con buenos amigos … ah, y con una buena visera o muñequera para guardar el vuelto del pan.
¿Cuántos de estos taquilleros productos tuviste?